Uno de los más grandes y menos comentados problemas de España es la despoblación progresiva de sus zonas rurales, que contrasta con la densidad de habitantes registrada en sus grandes ciudades, que empieza a ser demasiado elevada. Algunos de los pueblos del interior de la península ibérica tienen las densidades de población más bajas de toda Europa.
Hay que tener en cuenta que los pueblos no quedan abandonados por capricho, sino por buenas razones: algunas poblaciones carecen de servicios médicos en muchos kilómetros y han tenido que cerrar las escuelas ante la falta de niños. Cuando las condiciones de vida se hacen demasiado duras y las incomodidades y frustraciones superan a los motivos para quedarse, la gente sencillamente se marcha. Y atrás queda el pueblo, vacío, inerte, con sus casas vacías y sus fincas deteriorándose.
Por eso muchas instituciones locales han desarrollado planes para incentivar la re-población de estas localidades abandonadas o en riesgo de despoblación, es decir, para ofrecer a la gente buenas razones para quedarse en ellas. Las estrategias adoptadas han llegado a ser verdaderamente originales y llamativas. El problema es ya antiguo, y una de las medidas pioneras, hace casi diez años, fue tan radical como sencilla: el municipio más viejo del Principado de Asturias, Ponga, ofrecía 6.000 euros a cada pareja que se trasladara a vivir allí y tuviera un hijo. Con esta medida, buscaban rejuvenecer un pueblo que contaba tan sólo con 851 habitantes, entre los cuales no había ni 50 menores de edad.
¿Casas a un euro?
El último informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) de España revela que en nuestro país hay más de 2.900 municipios abandonados, sobre todo en Galicia y Asturias, al norte del país. La venta simbólica de casas al increible precio de un euro comenzó a tomar fuerza a mediados del pasado año 2016.
Pero, claro, hay condiciones: quienes adquieran las casas se comprometen a remodelarlas y a acondicionarlas adecuadamente (ya que muchas se encuentran en el mismo estado en que fueron abandonadas y son prácticamente inhabitables) y a vivir en el pueblo al menos un determinado período de tiempo, que varía según cada caso. La razón de ser de ese compromiso radica en evitar la especulación inmobiliaria, y en conseguir, al fin y al cabo, el objetivo primordial, que es repoblar el municipio.
Pueblos enteros al precio de un piso
Pero no son sólo casas. Algunas aldeas enteras situadas por ejemplo en la zona de Cortegada (Galicia, al extremo noroeste de España) literalmente se regalan. Hay allí un terreno abandonado de 15.000 metros cuadrados con 12 viviendas de piedra, puentes y fuentes, en un lugar de gran belleza natural, que puede adquirirse de forma casi gratuita, a cambio del compromiso a sanearlo gradualmente. Y desde 850.000 euros negociables se pueden comprar aldeas enteras en plenos Picos de Europa (Asturias) o poblaciones enteras en el campo desde 59.000 euros.
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