Molina de Aragón tiene una temperatura media de 10,5 grados a lo largo del año y una media mínima anual de 3 grados. Excluyendo los datos del Puerto de Navacerrada (Madrid), casi a 2.000 metros de altitud, se extrae que este observatorio climatológico —uno de los ochenta y cuatro que la Aemet tiene repartidos por España— registra las temperaturas más frías de todo el país.
Enero con una media de 2,5 grados, diciembre con 3,1 y febrero con 3,7 son los meses más gélidos mientras que los que tienen las temperaturas medias mínimas mensuales bajo cero son enero (-3,5 grados), febrero (-3,2 grados), diciembre (-2,4), marzo (-1,2) y noviembre (-0,2). Así, entre los valores extremos más fríos registrados, aparte de los -28,2 grados del 28 de enero de 1952, se encuentran el mes de diciembre de 2001, con -11 grados y el de febrero de 1956, con -3,1 grados.
Pero, además de las bajas temperaturas, lo que más caracteriza al municipio es su contraste térmico.
Despoblamiento
Aún así, las temperaturas que se registran en la actualidad no son ni viso de lo que eran antes. José García Juárez, profesor y párroco de la comarca de Molina de Aragón, conoce a la perfección ese cambio tras vivir fuera y regresar años después. «Ahora los inviernos son muy atípicos aquí. Hace diez años, cuando vivía en Molina todos los días, había placas de hielo, las máquinas quitanieves echaban sal y seguían ahí», recuerda José, quien anhela esas nevadas copiosas que cubrían hasta medio metro. «Ahora las fuentes se siguen congelando, pero cae mucha menos nieve», apostilla.
Pero la comarca de Molina de Aragón no solo es una de las zonas más frías de la Península, sino también una de las más despobladas. El éxodo rural, que comenzó en la década de los cincuenta del pasado siglo, ha convertido esta zona —de unos 4.000 kilómetros cuadrados de superficie—en un gélido desierto, donde apenas viven 8.000 personas (1,63 personas por kilómetro cuadrado). Tanto es así que muchos medios internacionales ya la han bautizada como «la Siberia española», al tener una densidad de población inferior a la que hay en esta región —tres habitantes por kilómetro cuadrado—. Presenta además una población muy envejecida, que vive de la agricultura y ganadería. «Yo soy párroco de diez pueblos y en invierno, entre todos los municipios, tengo una media de 300 habitantes y 25.000 cabezas de ganado», explica José, el sacerdote.
No hay comentarios:
Publicar un comentario